Carlos Manuel Queiroz es uno de los mayores fracasos que han pasado por el banco del Santiago Bernabéu. Y no porque sus métodos o resultados hayan sido los peores en términos absolutos (aunque fueron muy malos), si no por cómo fue gestionado el tema.
Remontémonos primero a los inicios: Queiroz fue entrenador de las categorías inferiores de Portugal, llegando incluso a ser campeón del mundo sub20 en una genial generación. De ahí salieron Bahía, Figo, Couto, Joao Pinto y Rui Costa. Posteriormente, tras ser responsable técnico del Sporting de Lisboa y de la selección portuguesa, cobró notoriedad desempeñando un buen trabajo como segundo de Ferguson. Fue entonces cuando Florentino Pérez decidió revolucionar el Real Madrid. Vicente del Bosque, que actualmente opta al mejor entrenador del mundo y campeón de Europa y del mundo, no era suficiente para el máximo mandatario blanco. Después de ganar tres títulos en una temporada y de una de las mejores épocas del madridismo, decidió dar carpetazo al salmantino (y de paso a Fernando Hierro, los dos por la puerta de atrás). Seleccionó entonces atrevidamente a Queiroz, que pintaba muy bien, fresco, glamouroso y con estilo.
El resultado fue que, con una de las plantillas más caras de la historia del fútbol (Casillas, Figo, Guti, Zidane, Roberto Carlos, Ronaldo...), el Real Madrid completó una temporada vergonzosa: eliminados en cuartos de Champions League por el Mónaco, perdió la final de copa contra el Zaragoza y completó una liga decepcionante, finalizando en cuarto lugar. Fue cesado recién acabado el año.
Tras el batacazo, la selección portuguesa le dio una oportunidad de dirigirla hacia un buen resultado en el Mundial de Sudáfrica 2010. Logró clasificarse con irregularidades, y avanzar hasta octavos de final, donde se cruzó con España. Su planteamiento fue pobre en ideas y en alegría ofensiva, y 'la roja' le apeó del sueño africano, costándole la destitución. Actualmente, el técnico nacido en mozambique dirige a Irán.
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