El neerlandés Ronald Koeman será recordado por la memoria del fútbol, y especialmente por la hinchada barcelonista, como un grandísimo jugador. Desarrolló su carrera futbolística entre los tres grandes clubes de Holanda (Ajax, PSV y Feyenoord) y el Fútbol Club Barcelona. En sus inicios mediocampista de corte defensivo, aunque elegante, jugó para el club culé como líbero, cuando los sistemas de juego de finales de los 80 y principio de los 90 apreciaban esta gran figura perdida de la zaga. Por ello, Koeman formó parte del mítico Dream Team que dio su primera Copa de Europa al club catalán (marcando de libre directo el gol que vadría el título), y se consagró como el defensor más goleador de la historia del balompié, con 193 goles en 533 partidos.
Sin embargo, 'The wise' es uno de esos jugadores que, una vez colgadas las botas, prosiguen su camino en los banquillos. El espectador medio, así como el entendido en deporte rey, podía pensar que un hombre con semejante capacidad para leer los partidos, liderazgo, veteranía y experiencia internacional se manejaría de forma notoria en el banco. Para algunos ejemplos muy cercanos, véanse Guardiola, Rijkaard, Cruyff o Del Bosque. Pero nada más lejos de la realidad. Koeman entrenó a Vitesse, Ajax, Benfica y PSV en cuestión de 5 temporadas. Con el Vitesse no brilló, y con el Benfica no logró clasificarse para Champions. Aun así conquistó la Eredivisie con los dos grandes. Pero la liga holandesa, mal que pese a algunos, es una liga menor y la valía de un entrenador como lo que se esperaba de Ronald debía probarse en una grande. De este modo y entre gran expectación, llegó al Valencia, que se hallaba en una situación delicada tras la destitución de Quique Sánchez Flores. El recién llegado sorprendió entonces a todos con unas medidas drásticas y autoritarias: el saneamiento de la plantilla ché, que aunque venida sin duda a menos y envejecida, venía de ganar trofeos importantes. Relegó a Rubén Baraja al banquillo, y apartó del equipo sin compasión a Santi Cañizares, David Albelda (que aún hoy sigue dando guerra) y Miguel Ángel Angulo. Todo ello le valió una Copa del Rey, pero fue la menos celebrada de la historia, ya que el desencanto con la grada era total, con la directiva era poco menor, y para colmo de males el equipo estaba completando un torneo liguero decepcionante, luchando por eludir el descenso.
Fue destituido tras colmar la paciencia de la junta al caer por un contundente 5-1 en La Catedral, con lo que regresó en 2009 a su país natal, donde completó una floja campaña con el AZ Alkmaar, que no pudo revalidar título. Actualmente dirige el Feyenoord, desde la temporada pasada, con ningún título hasta el momento en las vitrinas.
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