La supremacía que han demostrado
los Real Madrid, Barcelona, Manchester United, Bayern de Munich, Milan, etc. en
las últimas décadas podría estar tocando a su fin. Los proyectos deportivos de
estos gigantes del viejo continente se ven amenazados por la irrupción de
magnates y jeques que han comprado equipos relativamente modestos, y que están
dispuestos a gastar gran parte de sus enormes riquezas para convertirlos en los
nuevos dominadores del fútbol europeo.
¿Quiénes son estos magnates? Básicamente cinco: Mansour bin Zayed
Al Nahyan (Manchester City), Sheikh Tamim bin Hamad Al Thani (Paris Saint Germain),
Roman Abramovich (Chelsea), Souleiman Kerimov (Anzhi) y Lakshmi Mittall (Queens
Park Rangers).
Los dos primeros deben su fortuna
a la situación familiar. Mansour bin Zayed Al Nahyan (20 de noviembre de 1970,
Abu Dabi), es el hijo del descubridor de las reservas petrolíferas de los
Emiratos Árabes, y su hermano Khalifa es el actual presidente del país. De su
situación política viene su gran poder económico. Mansour tiene el control del Abu Dhabi Investment Authority, el fondo
de inversión soberano de los Emiratos. Las cifras que maneja no son públicas,
pero se estima que están entre 500 y 650 mil millones de euros. Con la
intención de convertir al Manchester City en una marca ligada directamente a
los EUA, Mansour puede disponer con total libertad de los fondos del país para
fichar. Sin embargo, consciente de que los éxitos no llegarán de la noche a la
mañana, prefiere ir poco a poco y hacer un proyecto a largo plazo.
Compró el City en 2008 por unos
250 millones, y rara vez se deja ver por el Eitihad Stadium aunque dice haber
visto todos los partidos por televisión. Además, Mansour es también presidente
del club de fútbol Al Jazeera, vice-primer ministro de los EUA y máxima
autoridad judicial, preside un banco y la International Petroleum Investment Company, organismo estatal que se encarga de
las inversiones en el exterior de gas y petróleo.
Sheikh Tamim bin Hamad Al Thani
(3 de junio de 1980, Doha) es el actual heredero al trono de Qatar. Su fortuna:
una de las consecuencias de pertenecer a la familia real. Con ella compró el
70% de las acciones del Paris Saint-Germain, y quiere devolver al equipo a la
élite europea lo antes posible, cueste lo que cueste. Entre sus numerosos cargos están ser miembro del Comité Olímpico Internacional y presidente del Comité
Olímpico de Qatar.
Las historias de Roman Abramovich
y Souleiman Kerimov son totalmente opuestas a las de los jeques. Los dos rusos
no deben su fortuna a la posición de su familia. De la nada crearon un imperio.
¿Cómo? Suena más sencillo de lo que realmente es.
Abramovich (24 de octubre de
1966, URSS) empezó con pequeñas inversiones que en pocos años le llegaron a
triplicar los beneficios. Después, un poco de relaciones públicas: se asoció
con Boris Berezosvski, un hombre bien posicionado y con buenas relaciones con
Tatyana Dyachenko, hija del presidente Boris Yeltzin. Aprovechando estas
relaciones, compró a precios bajos activos de las empresas rusas Sibneft y Rusal, dedicadas a la explotación de petróleo y aluminio, para
después vender a precio de mercado. Actualmente es el director de Millhouse Capital, un holding de
empresas rusas con licencias para explotar petróleo, gas y oro en la región de
Chutkotka. Tiene participación en el 41% de EvrazGroup y en el 25% de Aeroflot, la
principal aerolínea rusa. Con todo ello, su patrimonio según Forbes rondaría
los 12,1 billones de dólares (9 billones de euros), y se encuentra en el puesto
68 de los hombres más ricos del mundo.
Es propietario del Chelsea desde
2003, tras adquirir el club por 157 millones de euros. Abramovich no es
precisamente un hombre discreto. Entre sus posesiones, se encuentra una flota
de yates, encabezada por el Eclipse,
una embarcación de 147 metros de eslora, que cuenta con dos helipuertos, once
suites, dos piscinas, un spa y un submarino. También fue el primer comprador
para uso privado de un Airbus A380, un avión con capacidad para 840 pasajeros
que le costó unos 225 millones de euros.
La historia de Souleiman Kerimov
(12 de marzo de 1966, URSS) es parecida. El dueño del Anzhi Makhachkala empezó comprando pequeñas empresas (ha dirigido más de
100) en las que fue invirtiendo. Algunas de estas empresas se han convertido en
auténticos gigantes, con gran participación en las explotaciones de petróleo,
gas y metales preciosos de Rusia. Ocupa el puesto 146 según Forbes, con un
patrimonio de 4,9 billones de euros. Kerimov también es amante de la
navegación. Su yate se llama Ice, una
bestia de 90 metros con un diseño un tanto estrambótico.
El añadido a esta lista es Lakshmi
Mittall (15 de junio de 1950, Dubai). El indio es el presidente de la Mittal Steel Company, la mayor
productora de acero del mundo, y propietario de la empresa siderúrgica Arcelor.
Su patrimonio asciende a 15,5 billones de euros, que le sitúan en el puesto 21
de la lista de Forbes. ¿Por qué los situamos al margen si es más rico que
Abramovich y Kerimov? Mittal no es propietario absoluto de ningún equipo, a
diferencia de los anteriores. Tiene el 20% de las acciones del histórico Queens
Park Rangers, del que también forman parte el empresario Alejandro Agag, Bernie
Eccleston y Flavio Briatore.